lunes, 8 de septiembre de 2014

B.O.B. - Intruso asesino


Andrés despertó asustado, pues supo lo que había pasado y la sangre se le bajó hasta los pies. El sonido de vidrios rompiéndose en la planta baja de la casa le destrozó los nervios. Por fin había entrado. Después de semanas de observarlo y acosarlo, la criatura finalmente decidió entrar. Las puertas del patio, hechas de vidrio, le daban toda la oportunidad de hacerlo.

El muchacho se quedó acostado en la cama, en la oscuridad solo iluminada por un poco de luz de luna que se metía por entre las cortinas.  Escuchó a La Criatura para ver si ya estaba adentro, rezando por que todo estuviera en silencio. Pero el horroroso sonido del vidrio crujiendo bajo unos pies confirmó su más profundo terror: eso finalmente había conseguido meterse a su casa.

Al darse cuenta de ese terrible hecho, Andrés, temblando, agarró un bate de béisbol de titanio que tenía y con cuidado bajó a oscuras, decidido a enfrentarse a esa cosa de una vez por todas, deseando en secreto que eso volviera a correr en cuanto lo viera, como pasaba normalmente.
Así, se quedó parado al final de las escaleras, escuchando atentamente.

Al principio, todo lo que oía era el crujir del vidrio y luego, por primera vez, pudo escuchar a la criatura, jadeando como si su garganta estuviera tapada con flemas. La espantosa cosa gruño y chasqueó sus dientes, aproximándose lentamente a Andrés.

Al salir de la cocina, el ser ya no pisaba el vidrio, sino que caminaba muy silencioso y extrañamente mucho más ágil de lo que parecía, especialmente si se consideraba las formas tan torpes de escapar que había tenido en otras ocasiones. Andrés entonces supo lo que debía hacer. Agarró firmemente el bate y…se congeló, incapaz de moverse. Sabía que debía atacar, pero no podía. Sus dientes, sus ojos, su piel…

Era humano, pero no del todo.

La criatura ya se encontraba en la sala y muy cerca de él, pero Andrés estaba demasiado aterrado para moverse. A pesar de no tener brazos, este ser era la personificación del terror.

El muchacho solo permaneció parado, temblando. Escuchó al monstruo más y más cerca y el sonido asqueroso de su respiración parecía escucharse más fuerte en la completa oscuridad. Al estar tan cerca de él, Andrés supo que solo tenía una oportunidad de matarlo y no debía desperdiciarla.

La criatura atravesó la puerta que llevaba a las escaleras y el joven estaba escondido justo a la izquierda. Entonces, él golpeó con toda su fuerza, pegándole al monstruo en el pecho. Éste se tambaleó hacia atrás, luego se detuvo y miró a Andrés. Sus ojos, chiquitos y salvajes, parecían atravesar su mismísima alma, y entonces el muchacho sintió un miedo como nunca antes. El ser entonces dejó salir un asqueroso siseo en dirección a él, mostrando todos sus repugnantes y deformes dientes.

El monstruo pateó a Andrés en el estómago, dejándolo sin aire. Él cayó adolorido al piso, incapaz de respirar y después rodó sobre su espalda para lograr apoyarse en la pared detrás de él. La criatura lo miró hasta que tocó la pared y caminó hacia él, mirándolo como si lo juzgara, allí tirado, indefenso.

Entonces, la bestia pisoteó una de sus piernas, sobre su espinilla, partiendo el hueso. Las lágrimas llenaron los ojos de Andrés y el dolor era tan intenso que sintió que en cualquier momento vomitaría.  Incapaz de moverse, ya no tenía a dónde ir ni forma de pelear. la criatura entonces presionó sus pies sobre su estómago, oprimiendo, rasgando su carne con sus largas y asquerosas uñas.

Con el pie destrozando sus entrañas, Andrés comenzó a toser sangre mientras seguía llorando, desmayándose de dolor para poco después morir. Entonces el ente se incline sobre lo que era no más que  un cadáver sanguinolento, hasta llegar a una de sus mejillas, la cual arrancó de un mordisco, dislocándole la mandíbula en el proceso. Así, siguió despedazando y destripando el cuerpo hasta que quedó satisfecho…y entonces se fue tranquila, silenciosamente, su corazón lleno de puro, profundo odio, de la misma forma en que llegó, atravesando las puertas rotas del patio.

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